viernes, 2 de diciembre de 2011

TRAMPAS A LA COHERENCIA

Algunos memorizan automáticamente unos conocimientos sólo para que pasen un examen –porque no hay un examen de análisis- y, adecuados a lo fugaz, no perduran para ser utilizados a lo largo de la vida (eso es, una memoria sin análisis, apartándose de la conciencia).

De vez en cuando se ha dicho, por ésos, que la certeza no existe meramente por apoyarse en un prejuicio, en un capricho o en un truco, al margen de la inteligencia coherente.
Por ejemplo, uno decía que nada es cierto “porque la belleza es pasajera”; entonces, según ese razonamiento, un bello niño no es cierto porque “es pasajero” y, al no ser cierto, se puede hacer lo que se quiera con él, ni una madre es cierta, ni un idioma, etc.; teniendo en cuenta que nuestras células, ya por durar un instante, nos permiten que seamos ciertos conforme a lo que nos corresponde de duración, para que sean ciertos además otros seres o todo lo posible "infinitamente" –no vamos nosotros a imponer nada-, por lo que merece un respeto en certeza, que eso es así: todo lo posible lo ha sido absolutamente y es posible en adelante porque con claridad… ya tiene la prueba de que ha sido posible.

Otro truco es hablar representado a muchos o a una comunidad, pues he comprobado que, cuando alguien quiere rebatirme y no lo logra, recurre a “eso ofende a mi país” - es tan sucio moralmente que el más sinvergüenza del mundo puede fácilmente usar esto-. Con el fin de ser importante a toda costa, ése, habla “como rey” representando no a él mismo, no a lo que es capaz de razonar o de dar de sí –como debiera ser-, sino a muchos para nombrarles o buscarles si lo prefiere la “persona non grata” o enemiga a medida que se desarrolla su intolerancia o su estupidez. Algo que nadie coherente haría: nunca yo he hablado en nombre de España, de Andalucía siquiera, puesto que quién soy para representarles pensamientos a otros por manipularles. En esto, cada cual representa lo que dice o lo que quiera demostrar o no, o lo que siente.

Otro truco es considerar responsable a una persona de lo que otros hacen o dicen sólo porque su voz no está donde unos quieren; así tu voz no puede estar en Cuba porque serás responsable de lo que hace Cuba, ni en EE.UU., ni en Perú, ni en el medio tal, ni en un medio cual, ni en ningún sitio a excepto del que quieren “ciertos dictadores”; pero, si estuvieras donde esos quieren, otros ya te impondrían otro lugar. Así, a la palabra libre le buscan un camino dictado y es responsable paradójicamente por “estar”, no por "lo que dice".

En fin, a Jesucristo le hubieran castigado, por eso, a cada instante. Si vives en Mónaco ya alguien te puede acusar de esta manera: “Te acuso por vivir en Mónaco”. Si publicas en el diario EL PAÍS ya alguien te puede acusar de acuerdo a su locura: “Te acuso por publicar en EL PAÍS” y si, por "coincidencia" -o por "hecho simultáneo"- un columnista de EL PAÍS roba, tú también robas.
Respecto a esto, en mi artículo CEREBROS RETORCIDOS, dije cómo anda la cosa.

Otro truco es el manipular la realidad en cuanto a que se señalan aspectos diferentes de ella para excluirla como tal.
No es poco frecuente el evidenciar el tejemaneje que algunos se tienen entre las manos contraponiendo una parte de la realidad demostrada a otra parte de la realidad demostrada, no con una actitud de complementar la realidad -como lo hace cualquiera de sus integrantes-, de ayudarla –que sería el respetarla con coherencia-, sino con una actitud de desvirtuarla en su totalidad dando válida a una parte y a otra no -de atacarla, como si se fuera "de antemano" a ganar una batalla, como... en las películas-.
Tan pronto como alguno "ve" algo demostrándolo, claro, siendo algo de la realidad, de prisa lo contrapone a toda la realidad, negando toda la realidad como... gran error.

Y es que el egocentrismo siempre "hace sombra" a la inteligencia, no se puede dejar solo, pues desea válida una parte -la que a él le gusta- y, si no, el todo ya es falso como venganza, como contraataque de locura, como “pijada”.
No obstante, si un hecho es que un hombre viola a un niño y otro hecho que un hombre ayuda a un niño, los dos hechos… están, no se excluyen, sólo son diferentes; y no son puntos de vista -porque los hechos NO SE HACEN CON PUNTOS DE VISTA- , eso es, únicamente HECHOS. Lo que ocurre es que una persona -una en concreto- con su recurrido “punto de vista” se ofrece -elige- para señalar el primero; y otra persona -otra- se ofrece para señalar el segundo, bien sea por capricho o por idea dominante, bien sea porque esté "ligado" emocionalmente a él, bien sea por ignorancia.
Sin embargo lo más correcto sería señalar que, tales hechos, no se excluyen y que están asimismo al margen de "puntos de vista" -tanto uno como otro tienen dignidad de ser señalados o, al menos, de ser reconocidos como reales, igualmente reales-, por lo que sólo se demuestran como hechos que son.

Los "puntos de vista" sirven, en efecto, para lo psicológico, para lo social, para criticar modos de acción social o individual, como pareceres o recreaciones que son "subjetivas" o que conllevan una carga de emocionalidad porque, por el contrario, objetivamente, en un hecho sólo cabe el demostrarlo o el reconocerlo como... mínimo: una aplicación racional.
A veces sólo cabe aceptarlo de tan evidente. El hecho no es un "punto de vista", sino que el hecho puede ser utilizado por un "punto de vista" para cualquier fin -las emociones siempre tienen proyectos, "intenciones", sueños-.

Eso es lo que debe entenderse bien: Que un ser humano tiene cáncer es un hecho; y, al lado de esto, lo que puede pasar es que tal hecho puede utilizarlo un "punto de vista" para considerarlo un “demonio” por ejemplo si es un "punto de vista religioso" o "sectario", o un inepto o un infeliz si se acerca a las ideas de Nietzsche. Pues el punto de visto ESTÁ SUJETO a un punto, a una particularidad de emocionalidad "propia", a una opinión o parecer con gustos o ideas de religión, de política, etc., y no a las reglas racionales imparciales a eso.


(publicado en 2004)

domingo, 13 de noviembre de 2011

EL BUEN ROLLO MANIPULADOR

Coloquialmente "buen rollo" se le llama a un hablar halagador, condescendiente con las costumbres -sin autocrítica- y que agrade a todos. Eso es, se exige la ACTITUD única del buen rollo, que es siempre la de ser positivo -de un decir "sí" decretado, aun sin pensar, a diestro y siniestro y al todo, sea útil o inútil-.

Como ahí lo que importa es agradar a la tendencia dominante, sin que haya molestia a nada, pues lo que sirve es... SEDUCIR, que el rollo cuaje socialmente, y encante y alucine, ilusionando todo lo posible.

Lo que pasa es que precisamente esto -y nada más que esto- es la demagogia: el vender mucha ilusión, mucho sí, mucho "estoy con todos" -solapándose impunidad- y muchas expectativas de esperanza, estén o no estén analizadas -o criticadas- para tener una base real.

Así que el "buen rollo" pasa a ser el obstáculo del pensar, del dudar incluso si es un bueno rollo, del tener responsabilidad sobre los hechos que se causan...; porque aprueba y consiente la "vista gorda" por una "ilusión" -la justifica-, porque pasa de largo ante la impunidad o ante la complicidad.

Sí, todas las demagogias que existen poseen el denominador común del "buen rollo", y al que hay que CREER a ciegas; puesto que pretenden... alinear o aborregar a una masa porque no sea muy crítica o cuestionada con muchas actitudes de exigencia.

sábado, 12 de noviembre de 2011

GLOBALIZACIÓN

Actualmente los poderes económicos de los países ricos, sobre todo, infieren a una internacionalización de sus posibilidades; pero, ¿qué ocasiona este fenómeno y cómo afrontarlo?

Los agentes globalizantes no son decisiones, medidas participativas de todos los países, sino medios de la comunicación y del mercado en expansión con una estrategia de encontrar más beneficios a un mínimo gasto, sin tener en cuenta esa mala situación en pobreza que no supera la mayoría.

No existen antecedentes históricos de tal envergadura; por ejemplo, los romanos ya internacionalizaron todo a un mismo tiempo para que les saliera bien: modelos de política, de enseñanza y de cultura considerando la integración en un equilibrio de justicia, de más o menos igualdad.

En cambio, ahora, se empieza a hacer la casa por el tejado, es decir, dejemos que pase lo que pase, que las inversiones más fuertes permanezcan en países elegidos por conveniencias de máximos beneficios y no en los más necesitados, dejemos que los pequeños mercados que garantizan la subsistencia caigan en picado ante la contemplación descabellada y dominadora de las multinacionales, dejemos que la justicia, la falta de medios y las circunstancias localizadas no tengan una prioridad, una atención necesaria.
La competencia, de tal modo, se convierte en incompetencia por los que nada pueden hacer ante el mercado dominante; ya libre como quería, ya libre para el infesto desarrollo en lícitas desigualdades.
Dejemos, en fin, que unos intelectuales lideren su apología de este error en pro de que algo se hará bien, pero ¿qué?

Internet no es el justiciero esperado, sino es refugio de avaros, especuladores, corruptos que parten desde unos privilegios, desde unas licencias liberadas por el poseer medios, por el poseer recursos.

En definitiva, los países ricos han querido provocar un pretexto para su necesitada expansión económica y no han querido rigurosamente internacionalizar otra cosa, porque es así como consiguen los beneficios más directos y es a ellos a quienes interesa este seudoprogreso globalizador que nada mitiga al trabajador explotado o al niño que pasa hambre.
Es a ellos, que dominan y dirigen el mercado con sus apoyos políticos hacia una ansiada liberación -para contaminar incluso más el planeta o hacerlo más "próspero" por países o continentes elegidos-. Estados Unidos, por ejemplo, invertirá más en Israel que en Palestina; España lo hará más en Marruecos que en Etiopía.

Esto, como va, no es una solución razonable; iniciemos la internacionalización de la justicia, pongamos medios donde no los hay, hagamos una globalizaicón sostenida como la queremos hacer con la lucha contra el terrorismo que tiene sus reglas, que tiene su marco jurídico. Y progresemos.

Tienen razón los antiglobalizadores, no consienten que todo lo decidan unos pocos -pues, la globalización va consiguiendo una oligarquía de las voces de los pueblos-; tienen razón de que el "hecho diferencial" no se tenga en cuenta, la localidad casi sin voz.

Por supuesto que el comercio ha sido y debe ser "libre"; pero "libre" sometido a las mismas reglas éticas que están sometidas las demás actividades sociales del ser humano (justicia, política, etc.); porque debe estar dentro de las mismas reglas del juego, dentro de las mismas restricciones que no le permita a nadie más privilegios y poder.

No existe un "mundo libre" al que recurren algunos sin otros argumentos que ese lema; ¿libre de qué?, ¿libre de la justicia, de la explotación, de la pena de muerte, de la contaminación, para derrochar recursos que son de todos, libre de qué?

Mientras haya locos en el mundo que no permitan que otros vivan dignamente con todos sus derechos humanos, el "mundo libre" es un recurso vacío (sólo se está libre de verdad cuando no se está en la práctica sometido a alguna opresión, a alguna carencia provocada por otros).

Los que tienen "de más" siempre frivolizarán por "psicología imperante" o por automatismo sobre los que tienen "de menos" por ellos o por las reglas de ellos.
(2002)

jueves, 3 de noviembre de 2011

MATERIALISMO ATEO DE DIDEROT

Denis Diderot (Langres, 1713- París, 1784) que colaboró como “ilustrado” en la “Encyclopédie” era un provocador, un creador de dudas que, protegiéndose con el libre pensamiento, admitió cualquier análisis, cualquier disertación sólo con que lo llevara a la misma dirección: a la primacía del hecho para ser averiguado –no que ya se da por averiguado-.
Así, alteró, liberó las ideas al concierto de las posibles hipótesis –no a lo tendencioso- a trasmano de lo establecido como prejuicio, como simple atavismo, alumbrando las contradicciones y, con ello, reconociéndolas. Porque, sin duda, la razón tan sólo es viable cuando se tienen en cuenta, se presentan, o sea, se invitan a las contradicciones para que participen en la dialéctica racional: eso concita una inevitable depuración.

Diderot, en verdad, se enfrentó a lo tradicional, pero sobremanera a la religión y a la escuela"escolástica" conforme a que defendió -con todas sus consecuencias- al materialismo ateo
estimulado filosóficamente de forma especial por Condillac y Rousseau. Sí, tal actitud no consiguió evitar la cárcel (en 1749) ni la pobreza que padeció la parte final de su vida porque, en el fondo, su ideal se concentraba en un naturalismo primitivista que decidió hacerlo “manifiesto” en el “Suplemento al viaje de Bougainville” y en el “Sueño de D´Alembert”.
Al respecto, el ideal consistía en la desinhibición y en la naturalidad por desear la libertad del “buen salvaje” de Rousseau, del ser original y puro que no tapa ni excluye sus defectos.

En 1747, la publicación de su novela “Los dijes indiscretos” dispensó el tema erótico; en cambio, en “La religiosa” (póstuma, en 1796) concibe la religiosidad como una carga para quien sufre injusticias y como un verdadero abuso de poder para quien la inculca o la dirige siempre presionando por su obligación para someter al otro y para castigarlo “devotamente”. Así, esta concepción le condujo a su obra madura de razonamiento, “El sobrino de Rameau”, en donde la libertad alcanza las motivaciones individuales -las del deseo y las de la autodeterminación- entreviéndose una desesquematización de lo que se debe hacer por presión o por imposición social, es decir, no existe una necesidad de doblegarse ante algo que culturalmente se crea “correcto” o para seguir unos modales inamovibles de comportamiento.

La libertad para Diderot, bien explayada en “Jacques el fatalista y su amo”, es el no consentimiento de lo que supuestamente racional se utiliza para manipular o para inmovilizar una progresión de nuevas ideas que alientan “per se” la misma libertad. En concreto, en aquéllos tiempos el ser humano sólo podía escapar de un razonamiento inconveniente o incoherente -si únicamente se lo inculcaban por convención- a través de la digresión, a través de la provocación, de una contradicción provocadora que la justificaba por una liberación individual –aunque no precisamente racional-.
En efecto, Jacques vivió asediado o ninguneado por “máximas” de aquéllos entonces como “está ya escrito en lo Alto” con un determinismo del que se aprovechaba la resignación o la sumisión a considerar todos los privilegios como “divinos”, irrenunciables e incontestables.

La libertad de él conlleva más bien la protesta, la disidencia como primer recurso para encontrar o evolucionar hacia una racionalidad lo menos privativa y arbitraria; luego es una libertad -con derecho a la digresión en las situaciones de su época- priorizada sobre la misma razón, puesto que aún la teología y la costumbre no se encontraban despegadas ni, en particular, la experimentación instituida como medio para las finalidades de la ciencia. De hecho, cada expresión racional es ya contradicción fuera de su orden taxativo, por lo que un análisis profundo obliga a deshacerse de sus diversas líneas tendenciosas, obliga “velis nolis” a que se cuestionen las aseveraciones fáciles u obedientes a cualquier hilo discursivo que, en verdad, simultanea contextos no análogos; y más cuando los mismos elementos usados rescinden… toda conclusión veraz. Por ejemplo: una justificación racional del poder político sobre bases sólo ontológicas y místicas.

En definitiva, el genio Diderot depuró –no con pocos esfuerzos- su posición materialista con un lenguaje filosófico que había adquirido inmerso en atavismos teocéntricos -que ni siquiera Descartes pudo evitar- y eso lo derivó a desubicar o a subestimar muchos de los seudoprocedimientos racionales que no le deparaban unos resultados fiables.
Téngase en cuenta que, el pensamiento ilustrado, fue el primero que puso “en duda” lo preconcebido socialmente a favor del ser humano considerado como “víctima” –de ahí la nueva concepción de que es la sociedad quien lo corrompe- y, así, deslegitimó al fijismo de las ideas escolásticas por significar –más tarde- una racionalidad progresiva –porque “se llena” de nuevos conocimientos que al mismo tiempo se distinguen o se entrelazan coherentemente o, si se quiere, científicamente-.

Fue, pues, su filosofía un revulsivo intento para que se llevara a cabo tal progreso “liberador” que, asimismo, le aportó una gratificante autoterapia para su interior –en aquel contexto histórico-.
VISIÓN REALISTA Y HUMANISTA DE SCHILLER


El humanismo es una actitud cultural desde los orígenes de nuestras civilizaciones, aunque su primer significado historiográfico lo diera Cicerón, "humanitas", para distinguirlo de "divinitas". Esta "visión cultural" siempre ha prodigado la sobrevaloración del ser humano por encima de sus sometimientos y vicisitudes (1), enardeciéndose por contar su pasado, por querer descubrir y revelar sus orígenes naturales para, una vez vinculado a ellos, proyectar un ideal de civilidad.
Por lo tanto, el humanismo se encuentra más ligado a una responsabilidad del ser humano con respecto a su pasado, eso es, obligado a retomar su forma natural y a situarse como un ser consciente y crítico en lo que ha desarrollado para revelar logros y errores. No, no se contrapone a la religión ni al Estado directamente, sino que los "delata", se enfrenta a depurarlos y no, en extremo, a anularlos.
Digamos, más bien, que él dirigía al ser humano a la erudición y no a un "obedecer mecánico" de los símbolos divinos; digamos que le gustaba resaltar sus acciones en la historia y siempre con respecto a una estética o a un comportamiento (2) que respetaba también su hecho natural.

Eso era el humanismo que se reflejó determinantemente cuando las civilizaciones ostentaron un gran esplendor cultural: en Asia el Budismo, en el Mediterráneo la historiografía greco-latina y lo que conllevaba para incentivar y conmover las artes, y en el entorno del Oriente Medio el nomadismo "panteísta" islámico.

Con esta aclaración primera, nuestras recientes culturas han paladeado el humanismo renacentista, luego el individualismo "real del yo" o romántico, luego el trasgresor decadentismo -más experimentalista que el anterior- y por último el inconformismo existencialista que, materializado en el surrealismo, supuso todo un multimovimiento de reivindicaciones socio-culturales. Pero éstos no obviaron, sin duda, el denominador común de un esteticismo civil y no religioso que encumbraba al ser humano como remodelador o educador de la sociedad que, en búsqueda de sus libertades, se sintió protagonista frente a cualquier poder; puesto que, aun considerando las posturas pancistas o estoicas o epicureístas de todas las épocas, que igualmente -sin poderlo eludir- se enfrentaban a quienes las oprimían, la cultura siempre ha polarizado un contrapoder crítico e inculcador de una o tal idea esteticista de cultura y de sociedad, sea la que fuere.

Ahora bien, en concreto a finales del siglo XVIII, un tipo de humanismo se engendró en Alemania como el movimiento llamado "Sturm und Drang". Éste fue, en claro, un enfrentamiento cultural, en un país en donde no se admitían oposiciones políticas activas, a las tiranías de lo impuesto; y utilizó el atrevimiento, la confianza en un ímpetu renovador, la pasión por luchar por nuevos ideales con una fe en que el ser humano debía encontrarse -naturalizarse- con sus verdaderos impulsos interiores o vitales. Significó la exaltación del instinto, del pietismo ("religión del corazón") y del pensamiento de Rousseau. Entonces, consolidó de una vez por todas el "yo-práctico", pues, si la ilustración promulgó las necesarias transformaciones sociales, este movimiento le buscó un escenario para hacerlas realidad y, por supuesto, un beneficio nacional como aliciente: instaurarlo en Alemania con una didáctica decidida o impulsivamente decidida.

Ensayos de Goethe y de Herder contraponen la artificiosa "poesía artística" al genio del pueblo o a la poesía popular rechazando el "todo vale" desnaturalizador, lo que ratificó la dirección del arte hacia lo que más tarde maduró como el romanticismo: el arte desprendido de casi todos los prejuicios externos ante el "yo-interior", el arte sólo a expensas de un ideal propio y que lo comparte con la sociedad, el arte siempre como impulso creativo.

En 1784, Herder, uno de los geniales teóricos junto a Goethe y a Schiller del "Sturm and Drang", publica "Ideas sobre la filosofía de la historia de la humanidad" donde defiende un humanismo realista, la poesía popular y la representación realista de Shakespeare (quizás el escritor más realista de la historia al asumir la realidad en toda su polivalencia: ningún problema que exponía en sus obras era ajeno a la realidad).

Schiller hermanaba profundamente con todo eso pero, además, ofreció su visión reflexiva de la historia en su poema dramático "Don Carlos", en "Historia de la Guerra de los Treinta Años" y en "Historia de la insurrección de los Países Bajos" de una forma crítica, redefinitoria de ideales. Sus obras "De la gracia y dignidad", "Cartas sobre las educación estética del hombre" y "De lo sublime" eran tratados ético-estéticos que salvaguardaban la obligatoriedad de una guía humanística para la sociedad con un ideal fundado en una orientación estética impregnada de autocríticas, o sea, de realidad, de asunción de fracasos o de errores.
Nada puede progresar si no reconoce, si no se responsabiliza de unos errores, nada. Así, el ser humano puede enorgullecerse de lo que quiera, de lo que le dé la gana; pero eso no sirve sin una responsabilidad. Los cultos a la bondad, a la justicia y a la libertad son improductivos sin una autocrítica, sin una base real o comprometida.

Schiller elige, por ello, un héroe concebido en la realidad, aunque viera indispensable luego una idealización, lo cual espera que la sociedad le responda, se conmueva. El principal enemigo para él - también para Goethe y para los demás- era la hipocresía, porque es ella la destructora de valores y de autenticidades para progresar. Un escritor hipócrita no tiene alguna virtud, y ahora los hay a miles confundiendo, imitando o malogrando creaciones. A la hipocresía no le interesa la realidad ni el progreso de la realidad, sino imponer climas ambiguos para salvar sus propios intereses (hipocresía siempre significa confusión, permite el "todo vale"; por ende, no reconociendo la injusticia, no se evoluciona tanto con ella).

Schiller influyó en todo el mundo; a su juvenil himno "A la alegría" Beethoven le puso música, y Verdi se la puso a sus geniales dramas como "Juana de Arco" o "Don Carlos". La burguesía en ascenso lo tomó como referencia para sus revoluciones y, en Alemania, fue considerado uno de los escritores clásicos o imprescindibles para una cultura.

(1) Ya Séneca propugnaba la fraternidad y el respeto a los esclavos mucho antes del cristianismo.

(2) Hesíodo se sitúa en "Los trabajos y los días" en una dimensión moral que busca una dignidad humana en los hechos de la vida, por consiguiente, una justicia didascálica, enseñada y realizada por el ser humano. El ser humano crea arte cuando empezó a hacer y a respetar su historia.

jueves, 27 de octubre de 2011

La Credulidad Forzada
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La mayor parte de la gente no piensa, sino cree a pie juntillas lo que se le dice (y dicen que no, pero demuestran que sí: se creen casi todos lo que dice un demagogo o un majareto y de quien demuestra no), insiste en creer y, para ello, sólo elige para informarse sus ámbitos de creencia conformados o establecidos éstos desmesuradamente a través de su vinculación y confianza a una patria -ética, cultural o política-.

Por eso los problemas no se magnifican o se dignifican en su orden humano, no, en cuanto que sí primero se idealizan en un orden corporativo, de "sois de los nuestros", de compañeros de viaje -para tapar sus errores o sus defectos también-, de identificación y a plena confianza en una consideración grupal (no global) de los problemas.

Así, con restricción, no se exponen tan imparcial o independientemente los problemas como humanos conforme a que los medios de comunicación ya sobrevaloran los que en proselitismo se han segregado, se han elegido para -de antemano- favorecer siempre a una parcialidad que, en contraprestación, luego se beneficia de un apoyo incondicional o seguro de una precisa "congregación".

En tal juego se mueven, cuando ladra un perro arrastra de inmediato a toda la jauría a ladrar igualmente en una sinfonía de automatismo pertinaz donde no entra ni cabe ni se respeta ni se tolera sólo la argumentación, el pensar, el librepensamiento, el discernimiento, la sensatez, la imparcialidad crítica, la priorización del problema humano, la desintoxicación de prejuicios, el "estatut" de la decencia, etc.
Digamos que los problemas, desde ahí, no son los que dice "Amnistía Internacional" por ejemplo, sino la enfermedad mental u obsesión editorialista de los medios comunicativos; de tal modo que como auténticas ratas de la noticia montan, sobredimensionan o dan por hechas conclusiones "catastrofistas" a las que únicamente han llegado a partir de la reacción vengativa frente a un gesto molesto, una tontería, algo que no simpatiza con una patria o bien, simplemente, que no se amolda a una manipulada congregación de corte patriótico.

Con esa constante capciosidad -juego sucio- por desgastar al otro por supuesto que no existe el pensar o el razonar, pues consiste todo en que lo más mínimo sea capaz -con manipulación, claro- de poner nerviosos a unos prosélitos y además sea capaz de infravalorar ante eso lo demás; por lo cual, ¡vean!, se logra que giren las atenciones en torno a algo que no es de primera necesidad el resolver y que a veces es fruto de la pura fantasía -como el presentar el miedo a un problema que aún no existe para crear un rechazo a progresar por cualquier lado-.

Sin embargo, tal resultado cuyo procedimiento se halla sacralizado por los intereses mediáticos, condiciona con eficacia el reconocimiento y la aclaración de lo que es estrictamente un razonamiento fundado, coherente, un decir racional y libre limitado sólo por lo que es o impone la realidad, no por susodicha creencia ciega o autómata en la representatividad corporativa, gremial o grupal.

Así, los negocios y premios que se mueven alrededor de "sobrealimentar" una estética apoyándose en todo lo que conlleva una moda justifican miserablemente que ellos no tienen la culpa; cuando nunca, nunca una chica -por ejemplo- que naciera y viviera en un lugar aislado de la sociedad -sólo con su familia- nunca padecería anorexia; luego es algo indudablemente inculcado, luego es algo que una chica padece ya en cuanto es "bombardeada" por unos intereses mediáticos de la moda, en cuanto ve a amigas suyas triunfar con un modelo estético.

Muchas cosas ve el niño como ilusión, sí, pero pasan a ser realidad en cuanto él las imita, las sigue, o sea, las intenta o las hace realidad en su propia vida -porque primero les influye y luego les condiciona-.


Así los negocios que se mueven alrededor de crearles -y venderles a toda costa- juegos electrónicos a los niños justifican miserablemente que ellos no tienen la culpa; cuando un niño, para que estén reservados todos sus derechos de niño, debe estar controlado -porque al ser niño se le trata con una educación especial- o defendido de las duras reglas del mercado; luego esos juegos inculcados -muchos de violencia- no deben ser elegidos a capricho por el niño lo mismo que otras muchas cosas. Ellos dicen que no tienen la culpa, ¡qué van a decir cuando el negocio les va bonito!

Es así, pero el prestigio (una virtud que concede la creencia) amansa y manipula por doquier, ora con el truco de conllevar una "imagen" protectora de un grupo por lo que "publicita" su superioridad y un halago unidireccional-sistemático, ora con el truco de conllevar la "provocación placebo" (aprendido en el pandillismo juvenil y que trasciende como síntoma de inmadurez) para así utilizarse como "defensa propia" -ofensivamente- por mantenerse a toda costa esos reinos de taifas, esos "lindos" decires que, sí, convienen en un aspecto de dislocar, destacar y sobre todo de proteger privilegios por medio de una confianza ciega más que, con la aptitud y la actitud de un ceñirse a la virtuosidad racional, de poner cada cosa en un orden de prioridades: según esté en el contexto ético-responsable, según esté en el contexto de salud pública y de preservación humana, según esté en una disertación científica de causas y efectos, según esté en la libertad de opinión o del gusto o del ideal, según esté en la presión democrática que conciertan o indican los deseos de una mayoría, según esté en la mera aplicación de leyes, etc.
EL REALISMO DE ARISTÓTELES

Si el “decir” es la expresión del ser y el ser en cuanto es se manifiesta, se realiza, se comporta, se expresa, pues el ser es “su decir” con más o menos voluntad, pero es “su decir” paulatinamente, en continuo conocimiento (equivalencia entre "se es" y -cuando- "se hace"); ya sea en y con su acción en un contexto o a través de una generalizada “substancia” como propugnó Aristóteles.
El problema a partir de él surge cuando se empieza a distinguir ser y naturaleza con unas atribuciones al “ser” muy especiales, privilegiadas o no con respecto a la naturaleza; es decir, como las dos caras de una moneda se exhiben dos partes de las cuales por fuerza se conciben dos dimensiones inventadas, un contraste a la esencia de lo existencial, una ruptura de la complementariedad: un enfrentamiento.

Aún así, la naturaleza corresponde –sin poderlo soslayar- a un conjunto de seres –de elementos suyos- que deviene sólo a determinarlos, en cuanto que esa es su misión o su condición o su… propiedad. Naturalmente, la naturaleza adecua o sobrelleva sus elementos en un devenir, y no para que uno se independice largándose a “otro mundo” por comportar o significar “otra realidad”.
En concreto, todos los seres sustentan la “complementariedad de la naturaleza”, así, un ser nunca es ser si no “asume” ser “complementariedad” con respecto a otros y, desde ahí, bien se puede considerar como una “substancia” interactiva dentro de la naturaleza, dentro de un contexto interactivo.

A partir de Aristóteles, quizás por una obsesión teológica o por un discernimiento a la ventura, diría un alumbramiento desde una excesiva concepción del conocimiento en su aspecto teológico, se distingue, se aparta la realidad del ser. Santo Tomás se apunta las dos dimensiones de noción (notio) y ejercicio (in actu exercito) asentando lo posible que puede hacer Dios ante su omnipotencia de que ya lo puede hacer todo, incluso lo imposible. Duns Escoto va más lejos y reduce cualquier análisis analógico con su distinción formal “ex natura rei” dirigiéndose a constituir una realidad formal “alejada” a la cosa y que sitúa o extralimita fuera de la mente frente a otra realidad objetiva que el ser conoce o el ser cognoscente. Por ello, según esto, está el ser objetivo que, por conocer, va hacia un objetivo de realidad y, además, el ser formal que se presenta en una realidad muy formal. Bueno, aun cuando la realidad es la realidad se sugestiona o se imagina que son dos, he ahí un gran error -¿por qué no tres?-: la formal y la objetiva -que dividiría la existencia en objetiva y formal-.

También, al lado, se forja el ser cognoscente y el formal –el que no es cognoscente, es decir el que se encuentra “más allá” de él pero del cual no puede prescindir porque sea ser objetivo-. Algo así como que, aunque se fundamente en él, aunque “sea” él, su distinción –resultante- se contrapone al mismo tiempo a él, como una transformación extraña o ...diabólica.

No obstante, según la moderna epistemología se racionaliza este aspecto y es ya lo contrario: la existencia de un “sujeto” cognoscente que conoce sin remedio a un “objeto” –dentro de la única realidad que existe-. Y según la moderna gnoseología: la existencia de una “materia” y de una “forma” de ella, exclusivamente de ella, ¡ah!, pero sólo es cognoscible la materia “con” su forma, no aisladamente, y no con dos formas ni con siquiera veinte; más claro, no es posible –o veraz- conocer dos formas al mismo tiempo de algo material, pues únicamente es realidad con una (por ejemplo, el agua en forma sólida o en forma líquida o en forma gaseosa) en una forma además temporal o cíclica: la que da el "presente activo" o una presencia manifestante de lo que actúa.

Ahora bien, para Aristóteles el “decir” del ser que gira en torno a una disciplina – a la lógica de encontrarse a sí mismo y a lo que le ha permitido “construirse”- sigue al mismo ser ontológico, por lo que expone a sus conocimientos como una correlación, como una sucesión de sí mismo. Empero, el ser no es un ente independiente, sino que se infiere por sus conocimientos; es un ser cognoscente en tanto que los objetos de conocimiento lo han hecho o, mejor, es un ser “de ellos”, es un ser de “objetos” que le han sumado, que le han resuelto, que lo han hecho resultado, sometido siempre a los "objetos" que le objetan su "presente activo" (1).
El ser está construido por información que “ya dice” -que "ya dice" porque "ya es"-, y no dice después de ser, nunca, más bien por decir es, por ser ya contenido de algo es.

En Aristóteles la lógica es la contrastación del propio decir del ser, y se opone a cualquier decir excesivo o automático de vacuidad, a cualquier dialéctica o sofística o retórica; porque sólo cuando asume su condición ontológica y sus posibilidades coherentes con respecto a la realidad el ser “dice” –está sustentado su decir- “realmente” –entonces el decir afronta el ser-, en consonancia con sus dos principios: “potencia” y “acto”, lo que hay y lo que hace lo que hay (materia y forma). Es ser una formación vinculada a su base –sustentada-, esto es, a su materia prima, pues es un “acto” sobre ella.
Por evidencia en muchos otros, como en Hegel (2), la lógica se interpola en el todo o en la metafísica. En Aristóteles no, por cuanto se fundamenta en lo que hay, en lo conocido, rehusando la metafísica que hasta él casi sólo había priorizado la filosofía.

Su realismo, además, depura algunos errores de Platón; sobre todo esa concepción del Bien, del bien generalizado o… idealizado. Puesto que especifica que el saber moral supone un “saberse”, una advertencia que se dirige a un fin general –no siendo una técnica, una aplicación de la decisión intelectual de uno-; y el saber prudencial es una experiencia propia que requiere esfuerzo (orexis) para conseguir una firmeza (hexis) o resultado más instantáneo, por ello se actúa estratégicamente con un valor, con una preparación, con una “teckhne” para un fin en concreto. Es decir, el saber se dice desde una moral o no, el bien no es siempre el mismo desde un contexto moral o desde un contexto taxativamente epistemológico.
En otras palabras, por ejemplo, dado un contexto histórico el bien es y será lo que armoniza con él, cierto conformismo y no disidencia, o lo que se esfuerza con reverencia ante él; por lo que la moral siempre tendería a un fijismo, a una involución, a una desaprobación del ingenio crítico o a lo nuevo: la moral sería así sólo un esfuerzo de esclavitud o de determinismo, no de libertad o de adaptación al ser cognoscente-evolutivo.
He ahí que no se deben analizar las cosas desde un contexto moral sólo porque queden siempre prefijadas con la misma moral, sino además desde un contexto histórico y de nuevas necesidades que empujaría al mismo contexto moral prefijado y prefijador a moverse, a evolucionar por obligado, a adaptarse como todo consecuente con unas nuevas interacciones.

Sin duda, Aristóteles, no se involucra en un análisis unívoco o reduccionista, sino en una consideración del ser como acto de conocimientos –de conocer y de ser a sí mismo conocido- que lo construyen de forma cognoscente a través de su naturaleza cognoscente; así pues, no obstruye la interacción –la comunicación- natural con o por medio de su noción de “substancia”, sino que hace una correspondencia entre lo que implica una “estructura ontológica” con su actividad integradora –racional o lógica- e integrada en su entorno, en “complementariedad” que sólo puede hacer de la forma lógica o de ésa única que atiende primero al conocimiento que directamente deriva de él –del entorno-.

La analogía sale o se desprende a partir de él –pues únicamente la lógica significa identificar, analogar-. Si no se identifica nada, nada puede ser conocido, aprobado, comportado, identificado como conocido. Algo, de entrada, al conocer es identificado, analogado, ordenado –porque ordenado se encuentra en la realidad, siguiendo unos principios de realidad, de conformación natural-; y no metafísicamente inventando dos realidades o ni mucho menos reduciendo todo a un centro exclusivista o don mitológico que transfiere la realidad (3). En pro de que la realidad se encuentra en todo lo que es real, y todo lo real interacciona para que sincrónicamente y “recíprocamente” se comporte como real, en “complementariedad”.

Por ello, es análogo algo porque actúa con analogía, siguiendo una forma de actuar en concreto, a diferencia de otra forma que actúa también con otra analogía –y no le pone nombre de antemano el ser humano, sólo la advierte, reconoce unos patrones análogos al igual que cualquier animal-.

Los seres vivos categorizan una forma real, pero esto no indica que se prohíba a otra forma real categorizarse –contextuarse- con otra analogía, la suya. El reconocimiento, el saber, no puede por menos que distinguir, que advertir o reconocer que una acción primera es una acción y otra segunda acción es o no es análoga a la primera; es decir, el intelecto por medio de conocimientos no se sustenta sino en reconocer – en una consecución de lógica o razón- a seres de una u otra naturaleza pero considerando que, ambas, una y otra, siempre serán reales.

(1) La idea en Moore, el fundador de la filosofía analítica, es o sólo procede de lo que se conoce, es idea sobre lo que se conoce; es una idea que forma conceptos con la materia prima conocida, experimentada, inherente al contexto racional. Por ello criticó al “idealismo”, porque la idea puede desembocar en donde quiera, pero parte o procede de ser idea de lo conocido.

(2) Para Hegel lo primero o lo verdadero es el todo, y las ideas trascienden a partir de él; el ser, en cambio, pasa desapercibido y sus condiciones de conocimiento.

(3) Para la fenomenología lo verdadero es lo “nouménico”, eso tan abstracto que sólo concede realidad, el “eidós” en donde la realidad se encuentra concentrada o de una forma exclusivista de un centro.

Cerebros retorcidos

Uno de los aspectos que más he analizado en los últimos años es el que atañe a la pérdida de la razón cuando se argumenta mal; pero no se reconoce, sino que se excede -la argumentación se extrapola- y se enraiza en una base que no corresponde al asunto del que se trata.

Entonces, el manipulador o el orgulloso que no reconoce nada, orienta la argumentación hacia una base que no le es coherente o hacia su imaginación hasta el punto de conseguir desligarla de su propia naturaleza real o existente. Porque para el manipulador no es la razón lo importante, no, sino su propio protagonismo, el inventar o el formular una razón que justifique su sinrazón, sea como sea con tal de que su orgullo no se vea afectado; es decir la mentira elaborada o argumentada existe siempre al justificarse lo injustificable, al ser válido como consecuencia dialéctica algo que no lo es
racionalmente, que no ha respetado un proceso de reconocer hechos, que no ha respetado una coherencia racional.

Así, el manipulador, una vez que ha negociado o simpatizado con medios de comunicación se inventa "peros" que no existen ("No existen armas de destrucción masiva; pero por ahora; pero podrían existir; pero al haber terrorismo tienen que existir; pero como Aznar y Bush lo dicen tienen que existir; pero los tiranos buscan siempre armas de destrucción masiva....) o sofismas para justificar una masacre o una dictadura ("La dictadura fue culpa de una crisis política", "No se podía consentir aquel gobierno indeseable", "Hay que intervenir militarmente contra el terrorismo", etc.). Por fin consiguen justificar una dictadura o cualquier hecho porque a ellos les interesa por delante de todo.

Para el manipulador que quiere cómodamente eximirse de responsabilidades hay hambre en el mundo porque hay superpoblación, hay inmigración porque hay mafias organizadas que lo permiten, hay programas "basura" en la televisión porque eso pide la gente, etc. El caso es que con respuestas fáciles lo tiene todo averiguado, y lo peor: llegará a justificar lo que quiera, todo le será válido adecuándole una respuesta fácil que favorece a su orgullo, a su conveniencia y a sus privilegios.

Así, si se constatan que las desigualdades aumentan en el mundo se justifica con respuestas de que hay mucha solidaridad, si se verifica que Estados Unidos no restringe su armamento o su polución industrial se justifica en que lucha contra el terrorismo y a favor de la libertad o del progreso tecnológico tan humano.

En resumidas cuentas, los objetivos del que manipula o del poder que manipula se van a llevar a cabo con una u otra justificación; y la razón será la principal víctima. Son tan buenos y su justicia es "tan tremendamente solidaria" que ya son encima hasta "santos", porque difunden todas sus bondades -las miles de un país pobre no se pueden difundir y porque la miles de "otros tiempos" tampoco se pueden difundir-.

¿No será que los que son solidarios de verdad -los que no se enriquecen a costa de otros- sí dan todo lo que pueden y se olvidan por los "santos" manipuladores con sus "santos" medios de comunicación?

lunes, 24 de octubre de 2011

EGOÍSMO Y DESPRECIO

Todos estamos enmarcados en lo social, en la sociabilidad, somos una síntesis del hecho natural y social; por esto, tenemos dos "dimensiones" o fuerzas o tendencias primordiales que mueven nuestro comportamiento: el "ego" -más general del que consideraba Freud, es decir ya junto al "ello"- y el "super-yo" y su condicionamiento social, su "predeterminación" a inhibirse socialmente.

El ego es el primer motivo del ser, del sujeto que interioriza -en el caso humano- la fuerza social, y en él prevalece un sentido de fijación de lo que acontece socialmente; no obstante, esta fijación la delibera atendiendo a lo que le va a proteger gracias a una elección o selección -necesaria- de defensas, esto es, se decide a determinarse por un comportamiento autoprotector.

Como resultado el ego adquiere su propia personalidad, pero su ansia autoprotectora le hace sentirse siempre "incompleto", en alerta de insuficiencia, en alerta de perder -o a sentirlo insuficiente- su sistema de interiorización -para el que sólo trabaja directamente su confianza o su psiquismo-.
Es decir, su interiorización la presiente siempre incompleta y, en ello, aceza una "dimensión" devorante por experimentar y experimentarse; así se salvaguarda ininterrumpidamente, así también instintivamente preserva su territorio.

Pero, en su acción, todo lo que fija con criterios de protección repercutirá de seguida en su modelización social; tanto si son fobias o paralogismos que subestimen al otro en su dignidad, ya que la fijación puede ser alineadora o atávica, cerrada.

No es vano decir que el ego exonera -o se inclina a hacerlo- del análisis y de la reflexión a las maneras que a él les va bien, que a él les han protegido privilegios -más allá de lo ético-, así es, lo que está con él le conduce al sentimiento de aprecio; sin embargo, lo que es lo demás le queda estructurado para la sospecha, para la alerta e, irremediablemente, para el desprecio.

El desprecio es la raíz o la base de la crueldad; por él pasa la carencia de empatía, la incapacidad de aceptar soluciones comunes, la incomprensión de que el otro sea igual en derechos, la justificación de un sistema desigualitario (1) y la inamovilidad de privilegios, la soberbia, la intolerancia, etc.

Sale siempre inconscientemente, en cuanto el otro tiene otro gusto, en cuanto el otro tiene otra ideología, otra cultura, otra forma de amar; en cuanto el otro no reivindica lo mismo, no se somete a entregar hasta la última gota de sangre por una patria en concreto -y no de personas-; en cuanto el otro no obedece al amor por la fuerza, no calla la injusticia que él calla -porque le favorece de algún modo para su propia imagen o a la que representa- o no admite el horror que él organiza.

Y se desprecia principalmente porque no se vincula el pensamiento a una ética clara -no confusa o con varias varas de medir-, sino a prejuzgar según por donde se puedan salvar orgullos, caprichos y obsesiones, venganzas patrióticas e ideológicas; porque no se vincula a no justificar privilegios económicos mientras que otros se mueren de hambre; en fin, porque no se quiere reconocer (2) que todos, absolutamente todos, tienen los mismos derechos como personas.


(1) Siempre lo justifica en que es el menos malo, siendo la justificación más miserable y cruel para preservar los privilegios de unos cuantos con respecto a los demás.
Esta justificación es la más cómodamente aplicable a todo, en ceguedad y cobardía.
(2) Políticamente no se reconoce porque no se asumen responsabilidades ni el dejar a otros para que las alcancen, ni siquiera tienen el honor de dimitir -quizás el honor se haya
perdido-.

NOTA.- La lucha antiterrorista no existirá ni ahora ni nunca mientras se patrimonialice de forma partidista, se promuevan guerras o secreciones sociales.

Truco sucio: En la sociedad, por cruel sobrevaloración por encima de los demás, algunos les inventan defectos al otro para, así, hacerlo más débil ante ellos; pero ignoran que esa mezquindad nunca les madurará éticamente.
Publicado anteriormente: lunes 9 de abril de 2006

martes, 27 de septiembre de 2011

LA RACIONALIDAD PRIVADA

Muchos intelectuales escogen de la racionalidad lo que les conviene, como si quisieran tener para uso o comprensión personal una propia Ley de Gravedad por ejemplo. Sencillamente porque cuando hay que afrontar todas las razones -o toda la extensión racional de algo- no les interesa y, así, van a la evasiva, haciéndose de los que cambian de tema o de terreno racional al menor descuido. A juego sucio y a depravación (como si tú pagaras impuestos y el alcalde no, como si a uno de tus hijos les das toda dignidad y a otro le niegas el pan, o sea, ya no le aplicas las reglas de la dignidad sino "otras oscuras reglas").


Por orgullo recurren a otras reglas suyas, o no aceptan lo que hay y argumentar... ¡ni pensarlo!, no les gusta


"Este es un desastre relativo" dice uno; pero ¿es o no es? Pues, si hay alguna desgracia con respecto a los seres humanos o con respecto a la naturaleza -a un resultado-, es un desastre. Lo que ocurre es que hay que explicarlo, demostrarlo, aportar pruebas o argumentaciones coherentes. Huir hacia es "relativo" o "oculto" es muy fácil, demasiado fácil para que, luego, se presuma de algo de inteligencia.
"Esto es relativo con respecto a nosotros" dice otro; pero, claramente, algo no puede ser relativo con respecto a unos ni a otros ni a nada, sino es con respecto siempre a un resultado, porque no se ha demostrado que algo sea relativo y además que, si lo fuera, lo sería para todos -ya que no existe un código secreto o divino para unos pocos o privilegiados-. Además, un sentimiento tuyo lo sería con respecto a otro tuyo y se formaría un manicomio. Otra cosa es decir que algo es subjetivo y ya subjetivo lo será, eso, para todos. Eso ya es para todos. Otra cosa es decir que algo es objetivo y ya objetivo lo será, eso, para todos.
La razón es sólo un contexto -racional- y no cuarenta mil, con sus propias reglas, de las cuales nosotros no podemos escoger unas sí y otras no, cambiándolas de un día para otro; o huir de esas reglas para, luego, pretender analizar algo -aunque ¿con qué se analizaría, con razones o con tonterías privadas?-.

"Esto es un lío relativo" dice otro; pero si lo ha dicho él, ¿no será él el verdadero lío o relío? No, no se puede utilizar la razón para decir que el comer es "relativo" mientras que para otro no y para otro sí -todo dentro del contexto racional-; porque se confunde, se manipula, se tapan o se deterioran las reglas por las cuales cada cosa es una realidad innegable. Sólo se manipula con la confusión -con la razón no se manipula porque... ya está ahí- y lo hacen intelectuales ni más ni menos, intelectuales -o los que se pasan por ellos- que son los que han manipulado siempre -al estar en los medios de comunicación e incidiendo en los poderes fácticos-. El nazismo no lo promovieron cuatro carpinteros, esto está bien claro, sino esta gente, o esa parte que a manipular se dedica.

NOTA.- La realidad -porque no sea por nosotros manipulable- no puede tener algún término adherente primordial sino el de "absolutamente": un ser humano es absolutamente un ser humano, un "concepto X" es absolutamente un "concepto X". Por principio-base de la razón, por principio de distinción para que una cosa no sea igual a otra; ya que una cosa no es absolutamente igual a otra cosa -que no sea ella misma-. Por eso, una cosa es absoluta, porque no es sino ella misma, un elemento no restrictivo en eso en la realidad. Una opinión - "la luna no existe" o "la Tierra es cuadrada"- es válida emocionalmente -subjetivamente, por capricho emocional-; pero no en el contexto racional.

lunes, 12 de septiembre de 2011


POSICIÓN CRÍTICA

Piensa en decisión libre


La inteligencia del ser humano se basa en la adquisición de todo tipo de conocimiento y en su valorización crítica para hacerla aplicar como capacidad de acción. Entonces, todo tipo de conocimiento es asimilado y elaborado o determinado funcionalmente para solucionar problemas -en aras de conseguir o de acercarse a unos ideales-, gracias a o permitido por el análisis crítico que valida que tal camino disertado es una solución, es un logro de convivencia o de progreso.

El enemigo de la posición crítica no es decisivamente la pobreza, sino el amaneramiento dogmático o el convencionalismo que considera al librepensamiento como una instigación contra el orden que se pretende imponer -por eso, es el delito que más imputa el poder a lo
que no le gusta; porque a la Iglesia, al Estado, a los enriquecidos de mil maneras no les apetece verse heridos, sino orgullosamente a salvo de quienes dudan de sus privilegios, a costa de lo que sea-.

Así, la posición crítica valientemente e independientemente se ha de defender, porque es la única disidencia posible contra los que todo lo deciden y lo controlan a sus antojos -o lo manipulan sencillamente-.

La posición crítica siempre discierne y demuestra, mientras que el convencionalismo cerrado o del fundamentalismo ordenan. También, la posición crítica pormenoriza, mientras que la política autoritaria y los medios de comunicación(*) obedientes o dependientes se decantan por el miedo, por la sospecha -para que nada cambie- y por los lemas de "Por el bien de la nación", "Todo por la patria", "En nombre de Dios...", "Si entran otros se destruirá todo", etc.

En fin, no de deben delegar nuestras libertades en manos de algunos para siempre, sino en manos de nosotros mismos. Y la libertad de expresión de la razón se odiará, claro, pero es... la libertad de expresión, de expresar también lo que impide expresión.

(*) Algunos ya se dedican a publicar las conversaciones privadas, publicando todo lo que hace el poder y ocultando, en lo hipócritamente posible, los hechos o las protestas sociales.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Dictadura de la sinrazón
I ALGO falta o nos falta no significa que sea relativo en virtud de sí mismo, sino que falta bien porque en realidad es así o bien porque no nos es suficiente; como puede ser la tranquilidad o la comodidad -siempre queremos más-. No obstante, la emotividad que se siente está claro que es absoluta cuando se siente, es decir que... ¡se siente!
También, si a un ser humano le falta una pierna -o parte del cuerpo- no significa que sea relativo -físicamente- porque le falte algo, sino que sigue siendo absolutamente un ser humano, guste o no guste, recurran a un punto de vista o a tres mil. Las cosas claras son claras.
Por eso, no hay que relacionar nuestra ansiedad emotiva por algo con esa tontería sin alguna prueba de "es relativa"; sencillamente porque no existe algún indicio o prueba para ello con fundamento real, demostrado, para que se llame eso o para negar lo que está ahí, al margen de toda testarudez.
La realidad siempre es porque es, y antes de ser transpuesta a nuestro "yo" por descalificarla con "es relativa" o "es parecida". Es decir está ahí, por encima de nuestros puntos de vista emotivos, y por encima de todo lo que queramos decir, por encima del parcial interés lingüístico. Porque, si por ejemplo yo digo que existo -una realidad-, aunque hayan millones de puntos de vista tarareando sus caprichos, esa realidad es, queda como es, con su base suya, real, inalterable por nuestras palabras.
Bien, los puntos de visto sirven, se tercian, en nuestra comunicación y son en/para la comunicación; pero no anulan la realidad, o no quitan o pueden quitar a la realidad nada, no roban. En cambio, sí sirven o son muy útiles para describirla, para conocerla -no se obliga a nadie-, si realmente se describe o se quiere conocer.
Antes, cuando millones de puntos de vista -en comunicación- se entretenían en afirmar que la Tierra era plana, que también podrían haberse entretenido en afirmar que era una nube, un ser humano -Galileo- con previa demostración dijo lo que estaba más de acuerdo con la realidad -y no con respecto a puntos de vista o de olfato-. Sí, dijo un pensamiento lo más estrictamente racional, no un decir por decir, no un parecer venido del "porque me da la gana" o del buscar putos de vista como buscar caracoles.
Es cierto, sí, que se dice la realidad a través del lenguaje; pero es el lenguaje inapropiado o malelegido por inútiles el que puede errar, o manipular, por eso no es la realidad la que debe pagar el posible error o llevarse el sambenito de "es relativo eso porque lo digo yo". En este sentido, el lenguaje no es un punto de vista, no, sino miles de puntos de vista entre otras cosas que han trascendido en él mismo; aunque cada uno le dé su toque personal, emotivo o no, o de descubrimiento personal ante la realidad, siempre ante la realidad: base absoluta de él -y como base absoluta que es de él no pueden corresponderle tonterías enormes o locuras del negar eso-.
Téngase en cuenta que la realidad -o la razón de realidad- no la impone ni la puede imponer el ser humano, porque ya está ahí; pero la sinrazón sí que se impone o se puede imponer. Así que sólo la sinrazón puede ser dictatorial -o impuesta-, y de hecho es lo que se comprueba diariamente.



Los secretos de la sangre fría

andar es sobre todo exhibir ejemplaridad, ostentar un modelo de administrar los bienes públicos en beneficio de todos y con honradez. Aunque esto sea así, apenas se cumple porque la sociedad se siente atraída por un estilo triunfalista -"machote"- del que posee riquezas, vence batallas, dirige medios de comunicación y protagoniza una serie de "culebrones" políticos de los cuales la gente no puede alejarse, los tiene ahí de día y de noche, hasta en la sopa, impuestos.

Por eso, la gente se percata del que inventa una imagen de bondad mucho más del que a lo largo de su vida la ha demostrado humildemente, sin llamar mucho la atención, sin trucos de frivolidad o de subir al poder a cualquier precio. Así, la razón deja de ser decisiva cuando ya no es negociable para esa urdimbre triunfalista: se suplanta por medio de lemas ideológicos, por acrecentar mensajes subliminales para confundir, por el apremiar el "todo vale" para desmoralizar, por censurar en lo posible o por el crear a conciencia nuevos problemas que se utilizarán como eficaces "cortinas de humo" para manipular muy simpáticamente.

Los "mil caras" no tienen muchas dificultades en la sociedad que se está creando porque tienen todas las puertas abiertas para triunfar en el amor, en el éxito social o laboral, ya que prima la influencia, la frivolidad, el "lo digo porque sí" o el sumarse al poderoso rico o chulo que los hay por doquier; mientras, el que es noble e íntegro en su trabajo honrado poco se enriquecerá y, por desconfiar -¿qué va a hacer?- de esos, será apaleado como premio y mantenido a la raya por los poderes fácticos que más controlan, ¿acaso a Lutero King o a Gandhi los abrazaron?

Y es que quien se apodera de las riquezas -más allá de limitarse a la dignidad que le proporciona un justo jornal, más alto o más bajo, pero un jornal- le está sencillamente usurpando o negando lo que a otro le pertenece: su dignidad. Pero en la intelectualidad de los países ricos ya es mentira hasta lo que no dicen -aunque no generalizo-, pues en pleno siglo XXI no existe crueldad que no esté justificada por uno u otro truco. El negocio es el negocio. Ya la mierda se hace inteligencia y gusta.

(Un ejemplo: El Ministro de economía español justifica la desmesurada subida del precio de la vivienda por la ley de la oferta y de la demanda, cuando su verdadera obligación es la de respuesta, de responsabilidad; ya que el que haya más compradores de pan en un lugar no justifica ni elude responsabilidad política para que su precio se multiplique y sea inasequible para una parte de la población.).


* Artículo publicado en diciembre 2.003 y enero 2.004, así antes de la crisis ya criticaba duramente una señal de ella, que el Ministerio de Economía para bien justificaba.

sábado, 10 de septiembre de 2011

LOS LÍMITES DE LA REALIDAD

La fantasía o la propuesta fantástica existe -porque ya al menos existe la frase y el concepto-, pero no es real. O sea, no está en la realidad, sino está frente a la realidad (por ejemplo, el concepto "irrealidad" existe, pero no es real). Cualquier propuesta fantástica se enfrenta a lo que en verdad es cualquier cosa (por ejemplo, "un borrico es una piedra" o "un rey es un mosquito" o "he besado a Cleopatra").

Sí, forma parte del existir humano, de una capacidad humana por negar la realidad -la posee-, pero ese negar la realidad o irrealidad no es realidad lo mismo que existe el concepto "inexistencia" que no es existencia. No obstante, los elementos que utiliza sí están extraídos de la realidad, pero éstos derivan por deformación -con un enfrentamiento a ella- a negarla, en efecto, a decir que no es lo que es. Así, no representa fielmente la realidad: no es la realidad.

En ciencia, concretamente en Matemáticas, existe -por lógica del pensamiento- la esfera, pero no es real; existe la línea recta, pero no es real. Esa es la estrategia que utilizan algunos políticos hablando de estadísticas y de que todo... va bien y de que todos... gozan de buena salud.

Sí, se puede decir precipitadamente que en Estados Unidos no hay injusticias; pero la realidad dice que un condenado a muerte que pretende defender su inocencia necesita bastantes miles de dólares y, si es negro, más; aunque, si es pobre, nada se puede arreglar.

La verdad es la que es, la que dice la realidad; y no un político que tira al poder con la hipocresía "como la cabra al monte". Lo que ocurre es que, el que tiene más recursos, más poderes tiene para llevar su interpretación de la realidad a los Medios de Comunicación. Tened en cuenta que ahora mismo hablan o escriben en ellos una muy pequeña parte de los que habitamos en este planeta, y los mismos desde hace algún tiempo.

Sólo España tiene más periódicos que toda África, de esta forma tiene más presión o influencia informativa. Sí, pero lo importante es la realidad: que existen terremotos y existirán terromotos donde las infraestructuras seguirán igual, para que mueran" igual"; y los periódicos no lo informen contemplativamente.

La realidad es: lo que debe importar para resolver sus problemas, sus necesidades, no la fantasía que contraviene a la realidad, que la niega deformándola en su esencia, en su contenido.

¡Claro que "algo" puede existir!, pero el contenido que representa ese "algo" puede no ser real, y sí lo interesado para una elite de presumidos; por lo tanto, fantasear no representa el contenido de la realidad, sino su deformación, su juego irracional.

En este mundo se niega la dignidad con mucha facilidad, pero todos somos dignos de "los derechos humanos". Cualquiera es digno de la vida o de recibir un juicio justo, cualquiera de tener los mismos recursos para recibir ese juicio justo, algo que es innegable y no se puede negar un derecho sistemáticamente ni a una persona ni a un pueblo.

Un pueblo es, también, digno de elegir su futuro, de defenderse mínimamente, de preservar su religión y su cultura, de ser tolerado por los demás pueblos y de ser ayudado en lo posible con respecto a sus necesidades. Así es, aunque nos llegue alguien diciendo que no existen esos derechos, que existe lo que a él le da la gana, que el progreso va de rechupete -apuntándoselo como logro, ignorando que va en pendiente abajo, y que otros iniciaron lo que nadie se atrevía a iniciar-.

lunes, 5 de septiembre de 2011

ESTEREOTIPOS DE INVOLUCIÓN


Hasta ARISTÓTELES los acumulaba: "Pero entre los bárbaros la hembra y el esclavo tienen el mismo puesto". Sí, los pedagogos de todos los tiempos se han nutrido de ellos para que prevalezca un poder, para salvar unos privilegios, una religión..., para controlar a los demás. Se habitúa -con ellos- sistemáticamente a las masas porque reaccionen de una manera única o sobreprotegida; lo cual garantiza en seguida que obedezcan, y se encierren en una inferioridad impuesta: se resignen.

Así es, antes se estereotipaba como enemigo sin virtudes al que era extranjero, al que estudiaba una realidad desvinculándose de su divinidad "adherida", al que no hacía lo habitual ante una exigencia dictada o ante una norma, al que gritara derechos de persona; pero ¿derechos?, ¿qué eran derechos entonces? Matar se justificaba tan pronto como suponía deshacerse de aquél que contravenía a una costumbre o tan sólo quería entender otras, pues no era válido el aislamiento, ni el despegarse del tótem -del núcleo sagrado al que la vida se lo debía todo-.

Los seres humanos se movían entre lo superior y lo inferior; los actos de fe -vinculados a lo superior divinizado- demostraban el "status" alto que, en efecto, abría las puertas para el reconocimiento, para la integración o para acceder a un puesto de prestigio o de poder; los actos de rebeldía, por el contrario, demostraban un desagradecimiento a lo divino, un atrevimiento de soberbia, una plena ignorancia, una corrupción. Por ello, no hubo sabio que se librara de soportar directamente estas condiciones enfrentándose con una contracultura a favor de la necesaria evolución racional: abrirse al conocimiento, paso a paso, venciendo prejuicios y, además, sin más remedio decir lo que demostraba aunque no gustase a muchos.

No obstante, el vencer tantos miles de atavismos de la historia no lo han realizado los obedientes, no, en tanto que vivían cómodos al sistema, sino los "endemoniados" para la sociedad, los que padecieron como respuesta a sus sobreesfuerzos o a sus valentías contra la ignorancia. Los verdaderos artífices, por esa razón, del progreso eran los que sabían decir no a lo establecido.

Hasta hace poco se difundían refranes como "La mujer honrada, la pierna quebrada y en casa". Hasta hace poco la política era asunto sólo de hombres. Hasta hace poco la homosexualidad era considerada un vicio o una enfermedad mientras que, la promiscuidad del hombre, en muchos sitios una necesidad o un lujo. Hasta hace poco era justificable pegar a los hijos o hacerles trabajar incluso.

Ahora mismo la pena de muerte se encuentra en el ámbito de las aplicaciones de la justicia sin la más mínima consideración a los factores de violencia que las mismas leyes protegen. Ahora mismo la guerra se justifica, aun a sabiendas de que impone el horror o una crisis social o una psicología de horror ya imborrable durante años a todo un país. Ahora mismo la mentira y la manipulación en política se premia, así como suena, porque hay partes de la sociedad que, secuestradas emocionalmente por un líder o por una ideología o por la sinrazón, lo ven todo bien y, así, destruyen siempre-con apoyos y con consentimientos- en imperiosa e insaciable y vacía locura.

domingo, 4 de septiembre de 2011


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