domingo, 11 de septiembre de 2011


Los secretos de la sangre fría

andar es sobre todo exhibir ejemplaridad, ostentar un modelo de administrar los bienes públicos en beneficio de todos y con honradez. Aunque esto sea así, apenas se cumple porque la sociedad se siente atraída por un estilo triunfalista -"machote"- del que posee riquezas, vence batallas, dirige medios de comunicación y protagoniza una serie de "culebrones" políticos de los cuales la gente no puede alejarse, los tiene ahí de día y de noche, hasta en la sopa, impuestos.

Por eso, la gente se percata del que inventa una imagen de bondad mucho más del que a lo largo de su vida la ha demostrado humildemente, sin llamar mucho la atención, sin trucos de frivolidad o de subir al poder a cualquier precio. Así, la razón deja de ser decisiva cuando ya no es negociable para esa urdimbre triunfalista: se suplanta por medio de lemas ideológicos, por acrecentar mensajes subliminales para confundir, por el apremiar el "todo vale" para desmoralizar, por censurar en lo posible o por el crear a conciencia nuevos problemas que se utilizarán como eficaces "cortinas de humo" para manipular muy simpáticamente.

Los "mil caras" no tienen muchas dificultades en la sociedad que se está creando porque tienen todas las puertas abiertas para triunfar en el amor, en el éxito social o laboral, ya que prima la influencia, la frivolidad, el "lo digo porque sí" o el sumarse al poderoso rico o chulo que los hay por doquier; mientras, el que es noble e íntegro en su trabajo honrado poco se enriquecerá y, por desconfiar -¿qué va a hacer?- de esos, será apaleado como premio y mantenido a la raya por los poderes fácticos que más controlan, ¿acaso a Lutero King o a Gandhi los abrazaron?

Y es que quien se apodera de las riquezas -más allá de limitarse a la dignidad que le proporciona un justo jornal, más alto o más bajo, pero un jornal- le está sencillamente usurpando o negando lo que a otro le pertenece: su dignidad. Pero en la intelectualidad de los países ricos ya es mentira hasta lo que no dicen -aunque no generalizo-, pues en pleno siglo XXI no existe crueldad que no esté justificada por uno u otro truco. El negocio es el negocio. Ya la mierda se hace inteligencia y gusta.

(Un ejemplo: El Ministro de economía español justifica la desmesurada subida del precio de la vivienda por la ley de la oferta y de la demanda, cuando su verdadera obligación es la de respuesta, de responsabilidad; ya que el que haya más compradores de pan en un lugar no justifica ni elude responsabilidad política para que su precio se multiplique y sea inasequible para una parte de la población.).


* Artículo publicado en diciembre 2.003 y enero 2.004, así antes de la crisis ya criticaba duramente una señal de ella, que el Ministerio de Economía para bien justificaba.

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