sábado, 12 de noviembre de 2011

GLOBALIZACIÓN

Actualmente los poderes económicos de los países ricos, sobre todo, infieren a una internacionalización de sus posibilidades; pero, ¿qué ocasiona este fenómeno y cómo afrontarlo?

Los agentes globalizantes no son decisiones, medidas participativas de todos los países, sino medios de la comunicación y del mercado en expansión con una estrategia de encontrar más beneficios a un mínimo gasto, sin tener en cuenta esa mala situación en pobreza que no supera la mayoría.

No existen antecedentes históricos de tal envergadura; por ejemplo, los romanos ya internacionalizaron todo a un mismo tiempo para que les saliera bien: modelos de política, de enseñanza y de cultura considerando la integración en un equilibrio de justicia, de más o menos igualdad.

En cambio, ahora, se empieza a hacer la casa por el tejado, es decir, dejemos que pase lo que pase, que las inversiones más fuertes permanezcan en países elegidos por conveniencias de máximos beneficios y no en los más necesitados, dejemos que los pequeños mercados que garantizan la subsistencia caigan en picado ante la contemplación descabellada y dominadora de las multinacionales, dejemos que la justicia, la falta de medios y las circunstancias localizadas no tengan una prioridad, una atención necesaria.
La competencia, de tal modo, se convierte en incompetencia por los que nada pueden hacer ante el mercado dominante; ya libre como quería, ya libre para el infesto desarrollo en lícitas desigualdades.
Dejemos, en fin, que unos intelectuales lideren su apología de este error en pro de que algo se hará bien, pero ¿qué?

Internet no es el justiciero esperado, sino es refugio de avaros, especuladores, corruptos que parten desde unos privilegios, desde unas licencias liberadas por el poseer medios, por el poseer recursos.

En definitiva, los países ricos han querido provocar un pretexto para su necesitada expansión económica y no han querido rigurosamente internacionalizar otra cosa, porque es así como consiguen los beneficios más directos y es a ellos a quienes interesa este seudoprogreso globalizador que nada mitiga al trabajador explotado o al niño que pasa hambre.
Es a ellos, que dominan y dirigen el mercado con sus apoyos políticos hacia una ansiada liberación -para contaminar incluso más el planeta o hacerlo más "próspero" por países o continentes elegidos-. Estados Unidos, por ejemplo, invertirá más en Israel que en Palestina; España lo hará más en Marruecos que en Etiopía.

Esto, como va, no es una solución razonable; iniciemos la internacionalización de la justicia, pongamos medios donde no los hay, hagamos una globalizaicón sostenida como la queremos hacer con la lucha contra el terrorismo que tiene sus reglas, que tiene su marco jurídico. Y progresemos.

Tienen razón los antiglobalizadores, no consienten que todo lo decidan unos pocos -pues, la globalización va consiguiendo una oligarquía de las voces de los pueblos-; tienen razón de que el "hecho diferencial" no se tenga en cuenta, la localidad casi sin voz.

Por supuesto que el comercio ha sido y debe ser "libre"; pero "libre" sometido a las mismas reglas éticas que están sometidas las demás actividades sociales del ser humano (justicia, política, etc.); porque debe estar dentro de las mismas reglas del juego, dentro de las mismas restricciones que no le permita a nadie más privilegios y poder.

No existe un "mundo libre" al que recurren algunos sin otros argumentos que ese lema; ¿libre de qué?, ¿libre de la justicia, de la explotación, de la pena de muerte, de la contaminación, para derrochar recursos que son de todos, libre de qué?

Mientras haya locos en el mundo que no permitan que otros vivan dignamente con todos sus derechos humanos, el "mundo libre" es un recurso vacío (sólo se está libre de verdad cuando no se está en la práctica sometido a alguna opresión, a alguna carencia provocada por otros).

Los que tienen "de más" siempre frivolizarán por "psicología imperante" o por automatismo sobre los que tienen "de menos" por ellos o por las reglas de ellos.
(2002)

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