miércoles, 17 de agosto de 2011

EL RESPETO INCONDICIONAL

Como analicé en un ensayo anterior, el respeto incondicional es el valor "más horrible" que habita en el cerebro del ser humano. Jamás debió existir, y sí en su lugar una reticencia siempre en el castigo psicológico y una renuncia al castigo físico, éstos practicados sensatamente por la comprensión del derecho a la vida en circunstancias que en cada uno no le favorecen por igual.

Así es, todas las crueldades se han sustentado en el "respeto por respetar": El respeto al Islam, el respeto al cristianismo, el respeto a la monarquía, el respeto a las costumbres, el respeto a la "sangre azul", el respeto a los méritos de guerra, etc., y sólo significaron en el fondo una sumisión al privilegio de algún poder pero, además, el justificarle toda la injusticia que provocaba.

Tan fácil es que es lo primero que se le ocurre a cualquiera, es lo fácil, el arma más infalible para inmovilizar los sentimientos y las reivindicaciones del otro, por "intimidación" porque ¡como respeta!.

Lo más difícil, sí, es otra cosa. Siempre la norma y el atavismo han sido infranqueables porque, cuando se intentaban trastocar o cambiar, entonces salía oportunamente el brujo, el "imán", el mesiánico, el inquisidor, el obispo, el autócrata, el censor, el dictador ideológico, el burócrata que seguía órdenes, etc., para hablar de falta de respeto..., de una sedición o de impiedad o de "corrupción".

Por eso, el respeto incondicional se ha transferido como un trasunto, como una manía, como una repetición automática de lo inviolable al igual que un animal salvaje ya recibe el instinto de marcar las lindes de su territorio, ésas, ésas que nunca se han de sobrepasar por nadie.

No obstante, aparte, instalado ya en el conjunto de los valores éticos -en este contexto- adquiere una digna justificación; lo que implica que alguien ha comprendido su valor como un resultado, como un fruto de reflexión, no como un impulso, no como un sentimiento aislado equivocadamente tendencioso. Y, en tal sentido, respetar es una humilde sabiduría sobre lo que no se puede justificar en uno mismo ni siquiera en los demás: respetar es el no-consentimiento, el no-aprobar con las acciones precisas -no con la pasividad- lo que pueda ser injusto, con manipulación o sin ella, lo injusto aceptado contra la razón o contra un valor ético.

Luego, el respetar no se deducirá nunca del truco de ciertos sofismos o seudo-silogismos: "Si la Revolución Cubana respeta la equidad; con eso, respeto todo lo que haga la Revolución Cubana", "Si EE.UU. es una democracia y la democracia es el mejor sistema político de los posibles, en consecuencia EE.UU. no puede equivocarse" o "Si las armas de los terroristas sólo son las que causan terror, pues, jamás nuestras armas causarán terror".

Bien, ese respeto ético así asumido con coherencia siempre será un útil ejercicio de la libertad, pero habrá de "herir la sensibilidad" por obligado de aquéllos que imponen la sinrazón o la injusticia o matan o engañan... si quiere uno no engañarse a sí mismo; puesto que nuestra capacidad de comprensión no puede estar enceguecida ante lo indignante o ante lo peyorativo; aún más, no puede impedir por impedir alguna protesta o alguna crítica para dejar en claro o contrastar qué es lo despreciable en cada caso.

Tened en cuenta que tan sólo la razón o el conocimiento, eso que es propio del ser humano o debería serlo, ha herido a las sociedades que nos han precedido -también a ésta-; y les hería tanto que eran capaces -los que la representaban- de perseguir o, incluso, de matar por ello. No soportaban el conocimiento o la libre expresión. "La divina comedia" de Dante, "Las cartas persas" de Montesquieu, "Las cartas marruecas" de Cadalso, "Las flores del mal" de Baudelaire -o los escritos renovadores en general- herían a los más reaccionarios, a los más "guapos", a los que menos querían que algo cambiara de cada época. Sin duda, fue así, el conocimiento herirá siempre a los retrógados.

Dejémonos de malos cuentos. "Herir la sensibilidad" será tan necesario mientras existan mentes cerradas contra la comprensión de unos valores en su conjunto; a no ser que se haga gratuitamente, algo que es no menos que estúpido. A los injustos siempre les molestará o les herirá que le digan que son injustos.

Y sobre la crueldad: se debe especificar tal o cual y "justificar" o comprender las expresiones "de los que la reciben". Sin tapujos, las cosas no es que tengan una parte positiva y otra negativa para que sean aprobadas a ciegas, sino que a unos les afecta y a otros no -se alían con ella o, al no indignarse, no la sienten y son positivas para ellos-.
Pero ha de decirse siempre todo lo que ocurre por… dignidad de reconocerles las injusticias a aquellos que la reciben.

4 comentarios:

José Repiso Moyano dijo...

Mientras vivieron los bárbaros durante mucho tiempo, ÚNICAMENTE VEÍAN SU BIEN -que no lo había, pero lo veían- y veían a los romanos como malignos, imperialistas, soberbios, etc. Pero ellos establecían dicharacheros benevolencias en sus REDES SOCIALES sobre ellos únicamente, al margen de los hechos, o sea, dictaban su bien o al que demostraba lo perseguían, y arrasaban pueblos y violaban niñas...; pero ellos insistían -sin demostrar nada- que hacían lo correcto.

En estos tiempos de confusión y de no reconocer nada... se arrasa mucha dignidad, se destruye...

José Repiso Moyano dijo...

Cuando en un país se crea un dictador -o algo sobreprotegido o irracional- todos le ayudan, así es, porque les atrae el poder y sus apariencias, el aparentar más por complejo de superioridad inconsciente con el arrimo a lo que significa "poder"; cuando alguien ha utilizado solo la decencia, la humildad y el juego limpio, ¡JAMÁS!

José Repiso Moyano dijo...

Se evita la responsabilidad, se evita el honor de la palabra dada, se evita la deuda moral al otro, se evita el amor mejor que el odio, se evita el reconocer algo al que demuestra...


Existe una seudoética muy recurrida por casi todos en donde de una u otra forma se justifica todo y se eluden las fibras sensibles de la dignidad de cualquiera. Con un barbarismo sutil de hipocresía -de indiferencia y de cinismo- se busca la justificación de todo, ¿eres también TÚ así?, ¿a que no?.....

‎...¡ojala Dios te crea!

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BAJO LOS PODERES Y LOS ASTUTOS CÓMPLICES DEL SILENCIO
(siempre el silencio tiene una máxima rentabilidad para los intereses redondos de algunos y para la injusticia; exacto, si "al que le le has hecho un daño" de inmediato lo silencias o al que tiene razón, pues infaliblemente eludes toda responsabilidad y conciencia, E IMPONES TU MENTIRA al destruir a quien te la puede demostrar).

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La valentía va en función al poder de quién te enfrentas, y más si eres totalmente débil, más débil que todos.

Si te quitan tu voz, tus sentimientos y tus pensamientos "ya están enterrados" sin que nadie sepa de ellos; así es, tu voz es señal de que estás vivo, y tu voz la vives compartiéndola, como hacen todos los seres vivos en su medio.

José Repiso Moyano dijo...

Es una absoluta falacia el que tenga uno -y por imposición hipócrita- que RESPETAR A TODO Y A TODOS (¿respetó Jesucristo por igual a los fariseos que a los demás?); pues, si eso fuera así, el mundo no duraría ni un día.
Sí, ¿respetar a tanto que, en hechos, no se deja respetar?, ¿respetar a terroristas?, ¿a pederastas?, ¿a genocidios?, ¿a racismos?, ¿a manipulaciones?, etc. Porque el respetar supone tal veneración que, en inevitable "obediencia", inmoviliza las reacciones de crítica, de autocrítica, de indignación y de protesta -también respetar la mentira conlleva... otorgarla-.
En efecto, cuando respetas a tu padre es porque evidentemente no te ha maltratado, no ha maltratado a tu madre, etc. y, como padre que es más o menos con sus defectos, lo respetas. Así es, respetas lo que es convincente en hechos, y nunca lo que no lo es; porque sería un grave error de hipocresía o por someterte a intereses alineatorios no éticos o no honestos.
Aunque lo que siempre, claro, hay que respetar es los derechos humanos de todos, ¡eso!, que ya es algo diferente.
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Hay pijos sobreprotegidos que, cuando una vez se les ha ofendido o insultado, dicen: "No me respetan".

No, eso no es así, EN ESE MOMENTO -como nos pasa a todos y también a nosotros, los plebeyos-, EN ESE MOMENTO NO SE LE HA RESPETADO; pero se pasan toda la vida siendo respetados por poderes, por grupos, por multinacionales, en muchos privilegios.

Sin embargo, existen personas que sí -de verdad- no se les ha respetado en toda su vida.
La diferencia es abismal; ahí no se trata de unos segundos como en esos piojos sobreprotegidos, sino EN TODA SU VIDA, porque se le ha vejado en dignidad y en derechos.